Poéticas Transfronterizas

No elegí migrar,
me llevó el azar.

Pensé que era para siempre.
Pensé que era por 8 años.

Siempre me he puesto tangencial.

Mi mayor migración.
Dejé de amar,
me llevé amor…
me perdí en mí.

El peligro de perderse.
A veces todo, a veces nada.

Hoy soy en Uruguay,
Brasil, Argentina,
Chile, Cuba,
República Dominicana,
en México, en Málaga.

Perdí la inocencia.
He sentido el rechazo.
Extraño la ligereza cotidiana.

El riesgo es el punto de no retorno,
cuando se traspasa una frontera.

El río.
El puente.
El telégrafo.

Y los partos, la edad, la familia.

Nací donde nací.

Me llevé varios dolores
guardados.

Volvería
donde están mis afectos.

Una migración
radical y definitiva.

Nací por casualidad
y pienso en exilios
políticos, económicos
o climáticos.

Por refugio.
De un país a otro.

Aprendí que rico,
no es el que más tiene, sino,
el que menos necesita.

Extraño
la cara
de la gente.

Pienso en migrar como
un movimiento de animales
que incluye al homo sapiens.

Tu cabeza, tu vida, tu tiempo.

El miedo era la tensión.
Aunque me muera de miedo.

Perdí mi cuerpo abandonado.

El dolor fue productivo y liberador.

El riesgo del migrante.

Mi mayor migración,
de agnóstico a hijo de Dios.

Pienso en migración como conversión.

Hoy me sigo despojando de mis ataduras.
Hoy elijo mi plasticidad.

Migrar como un movimiento.
Se mudan a otra parte, lejana.

Me gustaría
nunca dejar de migrar.